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El encargo para esta casa vacacional era alojar a 12 personas (una familia y sus invitados), quienes compartirían dos espacios comunes: un espacio central abierto para toda la familia y un salón más informal para los más jóvenes. Además, debía considerar dos baños compartidos, almacenamiento, recintos utilitarios y un plan maestro que permitiera un acceso controlado a algunos lugares únicos del terreno. Finalmente, el encargo debía reutilizar una plataforma de acero y madera que se había ejecutado en un anteriormente en un intento fallido de construcción.

La plataforma que reciclamos definió la planta y la posición de la casa en la punta de la península dentro de un claro del bosque, a la vez que permitió resolver parte del programa, contemplando dos dormitorios dobles en los extremos, un espacio abierto. común en el centro (living-comedor-cocina), los dos baños, chiflonera, hall de acceso y terraza techada con parrilla en obra.

Organizamos el programa de la planta baja de forma que se aprovecharan las vistas, contemplando dos ejes perpendiculares que atraviesan la casa y permiten vistas en sus extremos hacia los cuatro puntos cardinales. De esta manera, un corredor en el eje este-oeste termina en ventanas hacia el río, mientras que el espacio central se abre al norte (sol) y al sur (río y cerro). De esta forma el sol entra en la casa en diferentes momentos del día permitiendo un dominio excepcional del entorno y sus vistas.

En el segundo piso dispusimos una gran sala con 8 literas a los lados, que comparten un espacio central para albergar las actividades de los más jóvenes.

Finalmente, desarrollamos una serie de plataformas que eluden los árboles existentes para acercarse a diferentes rincones del paisaje. Estas plataformas permiten el acceso a la casa y sus alrededores sin importar las condiciones climáticas e incluyen una pasarela que conecta la casa con el garaje, un gran deck que termina en una piscina de madera asomada hacia el río y un segundo deck que ingresa al bosque bajo enormes árboles y conduce al río y a una tina caliente.

El encargo se resolvió a través de una silueta arquetípica que por un lado se destaca de la naturaleza en la que se encuentra inmerso, pero que al mismo tiempo no quiere llamar la atención ya que se refiere a la arquitectura que siempre ha estado presente en el lugar.

Una piel de tablones de madera desgastados por el sol cubre las fachadas principales, tomando prestada la forma en que se forran los galpones de la zona y el tono gris de la corteza de los árboles. El interior de la casa completamente revestido de madera negra permite un gran contraste con el paisaje blanco de invierno y verde de verano y ofrece un ambiente de introspección y tranquilidad acorde con la vocación del refugio.

Finalmente la casa ofrece un uso relajado de los espacios y el disfrute de la impresionante naturaleza de los Andes en La Araucanía en Chile.

Fotos: Marcos Zegers