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Diseñamos esta primera vivienda para una familia de Frutillar. Ellos querían una casa contemporánea que rescatara elementos de la cultura y la arquitectura del lago Llanquihue.

Nuestra propuesta fue un conjunto de dos volúmenes agalponados, uno para la casa y otro para el garage y el quincho. Los grandes aleros de la casa permiten moverse entre ambos volúmenes protegidos de la lluvia.

El conjunto de dos galpones en una pradera nos pareció una forma natural de asentarse dentro del paisaje del lago, de la misma forma que lo hacen pequeñas granjas del sector. Esta estrategia permite proteger la intimidad de la casa y su jardín más cercano de la vista de los vecinos y además separar la construcción en dos etapas, para afrontar los costos con más libertad.

El interior se pensó como una casa de campo, con la cocina en el centro, propiciando un uso informal y relajado. Éste es el primer espacio al que se llega luego de pasar por el filtro de la chiflonera, y es donde convergen todas las circulaciones de la casa: desde los dormitorios de los niños se llega por la escalera en el lado sur, del dormitorio de los padres y del patio de invierno desde un hall en el lado poniente y del living y estar desde el lado oriente.

Todos los recintos importantes reciben luz y sol por ventanas iguales en la fachada norte y en la punta oriente, junto al living se dispuso una gran ventana mirador que domina la cuenca del lago Llanquihue y el volcán Osorno.